El embarazo es el proceso vital que más cambios fisiológicos y anatómicos genera en el cuerpo de una mujer. Descubre cuáles son los cambios que se generan en los diferentes sistemas.
Cambios Anatómicos
Cambios en tu columna vertebral. A lo largo del embarazo el útero va creciendo y pasa de pesar solo 50-70 g a 1 kg al final de la gestación y de tener solo 10 ml de volumen a 5 L. Este crecimiento hace que se vaya desplazando el centro de gravedad hacia delante, por ello, para que la mujer no caiga hacia delante, se produce un cambio en las curvas de la espalda para devolver el centro de gravedad a su lugar. La zona que más se suele ver afectada es la curva lumbar, aunque no es la única, también el cuello y la cintura escapular tiene que modificarse para compensar las curvas en la zona baja de la espalda. Es por eso que los ejercicios de movilidad de la columna son imprescindibles y que una adecuada higiene postural es esencial para prevenir dolores.
Otro cambio importante relacionado con el crecimiento del útero es que los rectos abdominales se separan (diástasis abdominal). Si no se separasen, se estirarían tanto que sería difícil que volvieran a ser funcionales. La contrapartida es que queda una zona sin protección muscular y por tanto si aumenta la presión intra abdominal las vísceras sobresalen pudiéndose generar riesgo de hernias. Esta es la razón por la que a partir del segundo trimestre no deberían incluirse ejercicios que aumenten la presión intraabdominal o que trabajen los rectos abdominales.
Por otro lado, para prepararse para el momento del parto, hormonas como los estrógenos y/o la relaxina provocan que las articulaciones estén más móviles: aumenta el líquido sinovial, el cartílago se hace más blando y los ligamentos se hacen más laxos. Esto puede provocar cierta inestabilidad articular y hacer que la mujer esté en más riesgo de lesión articular, por eso es importante evitar los cambios bruscos de dirección o el alto impacto cuando escojas los ejercicios para este periodo
La inestabilidad y falta de equilibrio se hace más patente a partir del segundo trimestre del embarazo y hasta las 8 semanas tras el parto. Por eso se aconseja abandonar a partir de ese momento las actividades que impliquen mucho equilibrio (como montar en bicicleta) y pero sí se debería trabajar con progresiones seguras.
Cambios en el sistema cardiovascular
En este sistema se dan cambios bastante sorprendentes. La cantidad de sangre aumenta en casi dos litros, pero no de forma proporcional: aumenta más la cantidad de plasma (líquido) que de glóbulos rojos. Esto consigue que se haga más líquida para poder moverse con menos resistencia por los vasos sanguíneos y así nutrir más fácilmente a los tejidos y además para contrarrestar las pérdidas de sangre que se darán en el parto.
El músculo del corazón se hace más grueso y la frecuencia cardiaca en reposo aumenta aproximadamente 5 latidos por minuto en cada trimestre.
Además, disminuyen las resistencias periféricas y desciende la presión arterial (hipotensión) hacia la mitad del embarazo para volver a valores normales e incluso superarlos hacia el final del embarazo.
Estos cambios a veces traen consigo situaciones incómodas como la anemia gestacional o el edema (retención de líquidos) en miembros inferiores. El ejercicio bien programado puede ser efectivo en la prevención o manejo de la anemia ya que el ejercicio continuado aumenta el número de glóbulos rojos y para ayudar a controlar el edema, ya que el movimiento de los músculos de las piernas ayuda al retorno venoso.
Cambios respiratorios
Estos cambios los podemos dividir en cambios anatómicos y en funcionales.
Con el crecimiento del útero, el diafragma se eleva haciendo que la caja torácica se ensanche para permitir el espacio para los pulmones. Además, la mucosa de las vías aéreas se engrosa un poco provocando algunos cambios en la voz y generando algunas dificultades para respirar como antes.
La progesterona afecta a la respiración de la mujer haciendo que esta se vuelva más profunda y generando la llamada “disnea del embarazo”. Esta disnea es una sensación de falta de aire y necesidad de tener que respirar más profundamente para obtener el aire que se necesita. Sin embargo, esta falta de aire no afecta cuando se hace ejercicio físico, sino durante actividades cotidianas.
Algo importante es que se reduce la cantidad de oxígeno que se almacena tras una espiración, lo que se traduce en que se deben evitar las actividades en apnea (sin respirar), como bucear, dado que la cantidad de oxígeno que queda en el organismo es menor que cuando no estabas embarazada.
Cambios psicológicos y emocionales
El cerebro de la mujer gestante se transforma tanto estructural como funcionalmente, y a veces este cambio es irreversible. Lo que en absoluto signifique que este cambio sea negativo.
Hormonas como la progesterona, que son las que te hacían respirar más profundamente, también son las responsables de que en el comienzo del embarazo te sientas más soñolienta, hambrienta y con una sed aumentada.
Es importante destacar que en este periodo la unión de los cambios hormonales, sociales y personales hacen que un porcentaje muy elevado de mujeres presenten ansiedad o depresión. Si fuera tu caso es importante que hables con tu facultativo para que te pueda remitir a un psicólogo si fuera necesario dado que un alto nivel de ansiedad durante el embarazo tiene consecuencias negativas tanto obstétricas como sobre el desarrollo fetal y por el contrario, niveles más bajo de ansiedad están relacionados con mejores partos y menos días de hospitalización.
La evidencia científica demuestra que el ejercicio físico es una fantástica herramienta para prevenir la ansiedad y más si el ejercicio es en grupo.